Para vencer la timidez en el trabajo. La idea es del médico francés René Théophile Hyacinthe Laennec. “No se atrevía a aplicar su oreja sobre el pecho desnudo de las pacientes para escuchar el latido de sus corazones”, explica Gregorio Doval en El libro de los hechos insólitos. Así que se le ocurrió emplear un tubo de papel enrollado, con el que casualmente descubrió que se reforzaba la acústica de los latidos.
Vía|El periódico
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